Emocionante, divertida, dura, pero sobretodo, una invitación a la reflexión que no te deja indiferente. Han pasado semanas desde que la vi y aun sigue un run-run en mi mente.
Vivir fuera de la sociedad, a una sociedad a la cual detestas, y celebrando el Dia de Noam Chomsky como se celebra la Navidad. Vivir apartado de las normas sociales, la cultura del consumo, la tecnologia, en absoluto contacto con la naturaleza, una naturaleza preñada del noroeste de los Estados Unidos, sin filtros, a veces sin tregua. Pero no como Into de wild, en donde el aislamiento era solitario, a lo Thoreau, sino como opción de vida en comunidad, en formato familiar.
Pero, te preguntas ¿y después qué? Puede, pues, un niño criado en la naturaleza, educado libremente, cazando su propio alimento y pasando las noches leyendo, insertarse en la sociedad? El choque es inevitable. Y aunque este mundo aislado parezca extremo, duro y crudo (no sólo vivir aislado en la naturaleza, sino tener una educación sobre la muerte, el sexo, sin ningún tipo de tabú), ¿quién resulta más adormecido y gilipollas? ¿El que se pasa el día con un videojuego o el que se sabe, y entiende, nada de ser loros, un texto legal que implica a la ciudadanía?
Aquí lo dejo, abierto a consideraciones. Que cada uno vea su propia película y saque sus condiciones.
Captain Fantastic (Matt Ross, 2016)