Una de los recientes descubrimientos en formato miniserie que he devorado con una sonrisa, mucha emoción y también con una buena dosis de lágrimas, ha sido «It’s a sin«(Russell T. Davies, 2021).
Esta producción británica (qué delicias nos brindan las series británicas!) se adentra en la vida de un grupo de amigos en el Londres de los años 80, en el momento en que el SIDA pasa de ser una enfermedad mortal lejana, algo de lo que se oye hablar que hay al otro lado del charco, a hacer verdaderos estragos entre la comunidad homosexual de Londres.
Vemos como, poco a poco, la comunidad gay empieza a tomar conciencia y a movilizarse por algo que los está matando sin que las autoridades sanitarias hagan demasiado por ellos. Vemos como la comunidad médica y científica se ven obligados a investigar sobre el denominado «cáncer de los gays» y empiezan a dejar de tratar a los enfermos como sujetos infecciosos terminales que abandonan a su suerte, para morir aislados en una ala remota del hospital. O escondidos por sus familias en sus casas, para ocultarlos y dejarlos morir en el más absoluto silencio.
Aunque lo más maravilloso de esta serie son los personajes (que por cierto, están magníficamente interpretados), como buscan su sitio y gritan por la libertad de vivir y sentir, como viven sus contradicciones y se enfrentan a la incomprensión y a situaciones complejas desde distintos puntos de vista, como se resisten a la realidad, desde el miedo, la negación, el amor, la ira, la verguenza….
Una maravilla. La magia del amor, de las ganas de vivir, de reír y llorar. Para tomar conciencia de lo que han tenido que pasar muchos para que la enfermedad del sida sea hoy una enfermedad grave pero cronica.
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